...la Razón, que en verdad no salía mucho del lado del cerebro que le correspondía, se confundiera y en el mejor de los casos, desistiera de su búsqueda. No le gustaba para nada lo que se traía entre manos desde hacía un par de días, con esa afilada daga que llamaba Olvido. No le sentaba nada bien a la Razón hacer el papel de Bárbaro, pero lo aceptó con una naturalidad que indignó al Amor, en lo más hondo de su apasionado ser. Tan apegada siempre estuvo al método científico y el tono compungido,¿ahora esto? La Razón se estaba fortaleciendo desde hacía tiempo atrás, más precisamente, desde que él se sentía agonizar y debía descansar en los terrenos de la Locura, confortado por ella, sobre todo cuando se disfrazaba de la bella Esperanza. Tan bien lo hacía que el Amor quería pensar que ella había estado allí. El Amor experimentó gran cansancio, como si sus piernas fueran de plomo, una vez que tuvo a la Razón frente a él. Ella no se fue con vueltas. Lo psicoanalizó con frialdad, le contó todo aquello que bien sabía y que se resistía de aceptar en crudo. Acerca de las mujeres por las cuales seguía vivo, tal como era.
-Si te encuentras tan bien,¿por qué estás tan delgado y tu piel amarillenta? Ridiculeces. Como te abandone aquí, terminarás pudriéndote y convirtiéndote en una emoción inútil, pegado a la Locura y sin que puedas serme útil en absoluto.
-¡La Inspiración me ha dado su bendición para quedarme aquí!
-Eso era antes de que ellas te abandonaran, una por una. No saques sus palabras del contexto. ¿Por qué crees que se ha llevando hoy consigo a la Locura, dejándote sin respaldo? Porque están al tanto de que contigo presente, aparece la Falsa Esperanza, devoradora de Humanidad. La verdad es que te encuentran muy arrugado, viejo y enfermo, además de dependiente. Lo único que les apetece es jugar entre ellas. Te llamaron porque a veces tenías buenas ideas, pero sin factores externos que las cultiven, no son más que suciedad.
"Vengo porque la Autopreservación así me lo manda. Te has debilitado demasiado para ganarle,¿a que sí? El Ego tiene otros planes y ni sueñes con enfrentarte a él. Así como te encuentras, solo le darás risa. Te ha conservado todo este tiempo porque le pareces interesante. Pero es suficiente, no dejará que seas un peligro para el resto de nosotros. Tampoco para el Principal.
El Amor Enfermo suspiró. Ya era más obsesión pasajera que sentimiento legítimo. Se molestó consigo mismo por permitirse caer tan bajo.
-Vale. Supongamos que acepto que me hagas lo que sea que vengas a hacerme,¿podrías explicármelo antes?
-Ya sabes en qué consiste. Lo he hecho antes, pero el shock fue tal que no lo recuerdas. La agonía te duró hasta que encontraste otras mujeres que te alimentaran, te hicieran crecer y alojaran su reflejo en ti. Eres un ingenuo y no tardaste mucho.-La Razón extrajo una jeringa anormalmente grande del bolsillo de su traje sastre: se leía con grandes letras negras encima del plástico, la palabra "Vodka". Sonrió y se subió los lentes por el puente de la nariz, evitando que el reflejo de las luces psicodélicas que reinaban en esos dominos, revelaran lo que se gestaba en sus ojos. El Amor Enfermo supuso que era pura frialdad, pero no era la primera vez que trataba con la Razón y estaba acostumbrado.-Esto neutralizará el dolor del Olvido. Al principio, por lo menos. Tampoco hay que abusar de él. -La Razón a penas alzó una ceja cuando vio su mueca de dolor al hundirle la aguja a medio brazo.-Deja de histeriquear, que no duele tanto. Incluso se siente bien,¿verdad?
El Amor Enfermo veía borroso, pero no era mentira que a fuerza de eso dejaba de recordar. Mejor dicho: el malestar de su cuerpo se volvía lo más importante de momento. Sin embargo, el resentimiento se acumuló en su estómago y en pocos segundos tuvo que escupirlo en el suelo, retorciéndose con amargura. Mientras tanto, la Razón se debatió entre arrojar la jeringa usada en algo que parecía un bote de basura (en los terrenos de la Locura NADA era lo que juraba ser, por eso odiaba tener que pisarlos) pintado de un color estridente y con dientes que sobresalían desde la base. Acabó guardándosela de nuevo en el bolsillo y volvió a empuñar la daga, que al Amor (que ya no estaba tan enfermo como al principio de la visita) le parecía que brillaba tanto como lo hacían las lágrimas felices de la Verdadera Esperanza. No se resistió y el golpe (en efecto, la Razón no midió mal los parámetros de esos otros encuentros que él no recordaba) fue muy rápido para siquiera notarlo. Algo se desprendió de él. Algo que fue importante en algún momento, pero se sintió mejor al dejarlo ir. El anestésico frenó buena parte del dolor, pero la pérdida de sangre hizo que viera más borroso que antes. Se volvió pequeño, ligero, dormilón como un niño de escasa edad y la Razón tuvo un gesto muy impropio, al sonreír y alzarlo en sus fríos brazos, llevándole de nuevo a los Reinos que le pertenecían, de los que huyó cuando ya no pudo ni mantenerse a sí mismo. Antes de perder la consciencia, tuvo la impresión de que ella le besaba la frente: un trozo de hielo que se deslizaba por ahí. Se estremeció, con escalofríos, pero también estuvo feliz.
-Si te encuentras tan bien,¿por qué estás tan delgado y tu piel amarillenta? Ridiculeces. Como te abandone aquí, terminarás pudriéndote y convirtiéndote en una emoción inútil, pegado a la Locura y sin que puedas serme útil en absoluto.
-¡La Inspiración me ha dado su bendición para quedarme aquí!
-Eso era antes de que ellas te abandonaran, una por una. No saques sus palabras del contexto. ¿Por qué crees que se ha llevando hoy consigo a la Locura, dejándote sin respaldo? Porque están al tanto de que contigo presente, aparece la Falsa Esperanza, devoradora de Humanidad. La verdad es que te encuentran muy arrugado, viejo y enfermo, además de dependiente. Lo único que les apetece es jugar entre ellas. Te llamaron porque a veces tenías buenas ideas, pero sin factores externos que las cultiven, no son más que suciedad.
"Vengo porque la Autopreservación así me lo manda. Te has debilitado demasiado para ganarle,¿a que sí? El Ego tiene otros planes y ni sueñes con enfrentarte a él. Así como te encuentras, solo le darás risa. Te ha conservado todo este tiempo porque le pareces interesante. Pero es suficiente, no dejará que seas un peligro para el resto de nosotros. Tampoco para el Principal.
El Amor Enfermo suspiró. Ya era más obsesión pasajera que sentimiento legítimo. Se molestó consigo mismo por permitirse caer tan bajo.
-Vale. Supongamos que acepto que me hagas lo que sea que vengas a hacerme,¿podrías explicármelo antes?
-Ya sabes en qué consiste. Lo he hecho antes, pero el shock fue tal que no lo recuerdas. La agonía te duró hasta que encontraste otras mujeres que te alimentaran, te hicieran crecer y alojaran su reflejo en ti. Eres un ingenuo y no tardaste mucho.-La Razón extrajo una jeringa anormalmente grande del bolsillo de su traje sastre: se leía con grandes letras negras encima del plástico, la palabra "Vodka". Sonrió y se subió los lentes por el puente de la nariz, evitando que el reflejo de las luces psicodélicas que reinaban en esos dominos, revelaran lo que se gestaba en sus ojos. El Amor Enfermo supuso que era pura frialdad, pero no era la primera vez que trataba con la Razón y estaba acostumbrado.-Esto neutralizará el dolor del Olvido. Al principio, por lo menos. Tampoco hay que abusar de él. -La Razón a penas alzó una ceja cuando vio su mueca de dolor al hundirle la aguja a medio brazo.-Deja de histeriquear, que no duele tanto. Incluso se siente bien,¿verdad?
El Amor Enfermo veía borroso, pero no era mentira que a fuerza de eso dejaba de recordar. Mejor dicho: el malestar de su cuerpo se volvía lo más importante de momento. Sin embargo, el resentimiento se acumuló en su estómago y en pocos segundos tuvo que escupirlo en el suelo, retorciéndose con amargura. Mientras tanto, la Razón se debatió entre arrojar la jeringa usada en algo que parecía un bote de basura (en los terrenos de la Locura NADA era lo que juraba ser, por eso odiaba tener que pisarlos) pintado de un color estridente y con dientes que sobresalían desde la base. Acabó guardándosela de nuevo en el bolsillo y volvió a empuñar la daga, que al Amor (que ya no estaba tan enfermo como al principio de la visita) le parecía que brillaba tanto como lo hacían las lágrimas felices de la Verdadera Esperanza. No se resistió y el golpe (en efecto, la Razón no midió mal los parámetros de esos otros encuentros que él no recordaba) fue muy rápido para siquiera notarlo. Algo se desprendió de él. Algo que fue importante en algún momento, pero se sintió mejor al dejarlo ir. El anestésico frenó buena parte del dolor, pero la pérdida de sangre hizo que viera más borroso que antes. Se volvió pequeño, ligero, dormilón como un niño de escasa edad y la Razón tuvo un gesto muy impropio, al sonreír y alzarlo en sus fríos brazos, llevándole de nuevo a los Reinos que le pertenecían, de los que huyó cuando ya no pudo ni mantenerse a sí mismo. Antes de perder la consciencia, tuvo la impresión de que ella le besaba la frente: un trozo de hielo que se deslizaba por ahí. Se estremeció, con escalofríos, pero también estuvo feliz.