![[personal profile]](https://www.dreamwidth.org/img/silk/identity/user.png)
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(no subject)
Título: Corazones en Atlántida
Reto: Tabla de helados. 04.Ron con pasas.
Fandom: Death note.
Personajes/Pareja: Near, Linda, Mello, Matt, menciones de Roger/Watari.
Rating: T.
Resumen: Los huérfanos juegan a las cartas para interactuar. Y Roger bebe.
Advertencia: A veces creo que debí pedir
Fragmento: No le molestaba perder y retirarse inmediatamente, salvo que estuviera Near.
En el fondo (o no tanto) los niños estaban al día con las ideas de los profesores: esas horas de convivencia buscaban forjar una comunicación entre cada uno que las horas de estudio excesivas y la constante competición entre todos, mermaba de algún modo. Aún así, Mello nunca dejaría de pensar que los juegos de carta eran para débiles mentales. Y Matt, que sólo era débil de carácter. Los corazones no eran la excepción.
No le molestaba perder y retirarse inmediatamente, salvo que estuviera Near. Siempre perdurará en su recuerdo la media sonrisa de ese gñomo de pelo blanco cuando todos se retiraban, hasta Matt. A la hora de dormirse en su cama de satén oscuro, todavía le molesta. Desearía romperle los dientes con el más duro golpe, la ambrosía que anhela en vano: perder bajo su puño.
No jugaban por dinero, sino por horas de ayuda en las cocinas o limpiando las habitaciones: trabajos humillantes, que los estudiantes más aplicados detestaban. Salvo Matt, que encontraba esas faenas como una buena pantalla para haraganear. Y Linda, a quien le parecían entretenidas porque “agregan un toque hogareño al día a día”, suspiraba, si le preguntaban, abrazando las esponjas engrasadas contra su pecho.
Mello odiaba que la mirada de Near evadiera cualquier rasgo de sincera felicidad por el triunfo a la vista de una mínima posibilidad en las cartas recibidas. Y también detestaba tener que ser cruel en las mesas, cada vez que alguien tiraba la carta equivocada.
-¡Carta tirada, carta echada, primor!-Exclamaba, echando garra a la mano sobre la lámina de cartulina y mostrando demasiado sus dientes incisivos.
-¡No me llames “primor”!-Protestó Linda, avergonzada.
Near no llegaba a lucir como un verdadero depravado cuando jugaban. Mello concordaba con que nadie (ni Roger, durante cierta Navidad en la que Watari había cancelado la cena por culpa del debut de un infanticida vestido de Santa Claws, a pesar de que parecía querer beberse la vida en helado de pasas al ron) igualaba en dejadez por el alcohol a Matt. Menos, superar.
Era el gusto por obtener la victoria, lo que reflejaban esos plutónicos ojos negros, fríos, distantes, salvo cuando alcanzaban el objetivo. Sólo entonces, una chispa breve acariciaba el vacío. Y cuando alguien frente a él perdía una carta importante, esa chispa ardía, hasta que su calor encendía todo ese rostro blanco de vida y fervor, perceptible a través de la mirada lánguida.
Cada vez que Mello perdía y su orgullo se retorcía, herido casi de muerte, la expresión parecía más solemne que ante cualquier otro jugador. Luego de que él dejó la institución, su hermano simbólico abandonó el ritual y casi todo lo que pudiese significar contacto con los otros huérfanos. Cuando ellos tenían Corazones, Mello estaba perdido en el camino a L.A. y Near se entretenía quedamente con el Solitario. Según Linda, un poco melancólico, al menos. (Ganaba siempre, eso también) Matt se preguntó un par de veces, antes de que decidieran hacer realidad su propio sueño de fuga, si Mello no encontraría la forma de molestarse a la distancia. Roger, observando sus comportamientos, dedujo que era su forma de experimentar nostalgia y llenó su vaso de ron hasta el borde, para luego agregarle crema helada y pasas. Era un niño después de todo, abandonado a su suerte, junto con aquellos por los cuales se suponía que debía velar.